En la primera parte “Por qué no hablamos acerca de la salud mental” nos preguntamos acerca de la influencia cultural: el machismo y su concepción de vulnerabilidad, la influencia de la visión cientificista del cuerpo y la idea de bienestar. En la segunda parte, “El miedo a la locura: el lugar de la cordura” abordamos por qué nos ubicamos habitualmente en el lugar de la cordura y nos interrogamos sobre los beneficios que eso nos otorga. Mientras que en esta tercera parte proponemos conocer lo que se puede trabajar y acompañar desde el ámbito psicológico.

III. ¿Qué podemos hacer (para que sea menos tabú)?  

Lo que considera la sociedad como locura cambia en tiempo y espacio, la historia está llena de ejemplos.  El que hace 50 años no quería comer frutas porque argumentaba que eran cultivadas con químicos, podía ser visto de manera extraña (en algunos contextos en la actualidad, todavía). O quien nos decía hace 15 años que internet se usaba a nivel mundial para espionaje, era visto como paranoico. La homosexualidad estaba considerada como enfermedad mental hasta 1990 por la Organización Mundial de la Salud (en algunos países, sigue siendo considerada como tal, en otros, es penalizada). A pesar de tener más de 30 años que no es considerada una enfermedad mental (según el organismo mundial encargado de la salud), sigue siendo motivo de estigma, e incluso de “confesión”; es decir, “hay que decirlo”, de otra forma, se considera que estás ocultando algo, o estás engañando. Es estigmatizable. 

La locura se asemeja más a una condición de ser, es decir, a una posición o un lugar desde donde interpretamos el mundo. El filósofo esloveno Slavoj Zizek se refiere a esto cuando la concibe como una condición ontológica. 

Hay varios factores que obstruyen comprender el cuidado de la salud mental: los prejuicios que tenemos y la falta de conocimiento de la diversidad de temas que se pueden trabajar acompañados de un psicólogo. Una de las cosas que podemos hacer para comenzar a hablar del cuidado de la salud mental es comprender qué significa esto, explicar las razones por las que se puede solicitar una cita al psicólogo, y conocer cómo se trabaja.

Además de las circunstancias más sabidas para acercarse a un psicólogo, como atravesar un  momento difícil, un malestar o una crisis, se acercan también quienes deciden conocer sus mecanismos internos, explicarse qué los lleva a tomar ciertas decisiones,  o a sostener ciertas formas de vida. Podríamos decir también, que se acercan quienes tienen ganas de preguntarse sobre sí, e incluso de ir “des-aprendiendo” todas esas respuestas que aplicamos en automático. Esto lo vemos como un camino de autoconocimiento pero que no se queda en un ámbito reflexivo y racional, sino que es un proceso que puede transformar y emancipar. En este sentido es un logro poder poner en palabras, escucharse y crear, en conjunto, otras herramientas para elegir

Los psicólogos trabajan con la palabra y la escucha. Al menos quienes trabajan en esta plataforma, buscan que la puesta en palabras venga a dar existencia y sentido a aquello que se atraviesa. Acompañan y contienen un proceso particular, el que esté atravesando cada uno. Su  escucha está dirigida al discurso inconsciente, en esta relación surge la comunicación, por eso un psicólogo no te dice qué hacer, sino que te devuelve lo que escucha

Por nuestra parte, hemos aprendido que pedir ayuda es de gran valor, podríamos decir que es el 50% del trabajo. Tiene su importancia reconocer que algo no anda como nos gustaría, lo demás surge de este momento, no tiene que ser una situación límite, basta con acercarse para recibir un acompañamiento de alguna situación que estamos atravesando, como la elección de una carrera, un futuro, alguna ruptura amorosa, atravesar un proceso de duelo. Es querer crear un espacio para uno mismo, para pensarse, preguntarse, entenderse y transformarse.

Nicolas Gautron
Nacira García

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