Nota sobre la entrevista al especialista en psicoinmunología, Eduardo Licandro
En la entrevista que realizamos desde Espacio 2 Puntos al Dr. Eduardo Licandro nos interesaba realizar un punteo entre la pandemia del VIH- SIDA y la actual pandemia de COVID-19 que atravesamos; qué puntos existen en común, qué aprendimos como sociedad y como seres humanos y cuáles de estos aprendizajes podemos utilizar en la actualidad, así como pensar qué papel juega hoy la información y la comunicación digital en este tema.
Fueron varios los puntos que presentó el especialista; el primero, que el VIH-SIDA no ha encontrado una vacuna todavía, a diferencia del COVID. Lo que sí se logró con el VIH fue avanzar en la elaboración de medicamentos y en la prolongación de la vida. En ninguna de las dos pandemias, afirma, se sabe con exactitud desde cuándo está, casi todo apunta a que ambas pandemias surgieron antes de lo que conocemos. Especialmente la de VIH-SIDA, dado que es una enfermedad que baja las defensas del sistema inmunológico, la muerte puede ser ocasionada por otra enfermedad, lo que se admite como un problema en cuanto a la contabilización de muertes.
Ambas son enfermedades infecciosas, lo que produce miedo a la infección y al contagio. Podemos pensar que este miedo al contagio se traduce simbólicamente en un miedo al otro. Desde esta perspectiva se pueden entender los actos de discriminación, en los inicios del SIDA, hacia la comunidad homosexual y en la actualidad, lo que se vio en varios países con los ataques al personal de salud.
Saber que una enfermedad puede llevar a la muerte causa impacto en el aparato inmunológico, esto quiere decir, que altera el sistema de defensas.
Lo que la pandemia nos pone en frente es la relación con el tiempo; las fantasías de muerte están presentes
Toda esta situación, menciona el psicoinmunólogo, produce gran angustia, y se puede dar un derrumbe del yo. Lo podemos ver en algunos comportamientos, por ejemplo, lo que antes (del confinamiento) parecía una tarea muy sencilla para realizar, ahora conlleva mayor dificultad; para algunos, completar una tarea sencilla puede volverse muy complicado.
Finalmente cada uno toma las armas que le dan mayor tranquilidad, elige lo que puede
Los contagios por COVID se dan sobretodo en relaciones de confianza, por lo que no sólo dependen del abordaje público de la enfermedad sino de la educación de un país y su gente. La educación y la salud tendrían que ser para todos, de esta forma, la sociedad puede combatir más rápido cualquier enfermedad.
En estos momentos de vacunación, estamos viendo que algunos países acaparan las vacunas. Podemos ver también que se repite a otra escala, cuando vemos que los funcionarios las reciben antes que los profesionales de salud, por ejemplo.
Es más fácil combatir el virus cuando la sociedad es solidaria
Así que, a manera de cierre uniendo varios puntos, podemos decir que no sólo los científicos en esta situación emergente juegan un papel fundamental para realizar aportes a contratiempo, el personal de salud al combatir con el cuerpo a los propios pacientes y al informar, también lo hace. Pero también cada uno a nivel personal y por ende en nuestros roles sociales. Para ello el papel de la educación es fundamental. La información también. Quizá no es el acceso a la información lo que deberíamos cuestionarnos sino a qué tipo de información accedemos.
La creación de nuevos espacios donde se puedan reunir las mismas inquietudes es clave para atravesar esta situación, no sólo de los ámbitos profesionales, sino también de la comunicación con los amigos o familiares, o los círculos que promueven conectarse con otras disciplinas como la literatura, escritura, pintura, baile, en fin, el arte en general. Son apuestas muy valiosas que se están creando para paliar los momentos de crisis.
Editorial Espacio 2 puntos