Atravesar un proceso de análisis implica tener la convicción de hacer algo (en el mejor de los casos, distinto) con aquello que nos pasa; querer entenderlo e idear respuestas. Otras veces, es “simplemente” querer entender. Saber pedir ayuda en determinada situación implica un primer reconocimiento, que hay algo que me excede, un “no puedo” -si se ubica en el campo del conocimiento, hay algo que “no entiendo”. La ayuda es la presencia de un profesional que escucha y pone en juego sus propias ganas de querer acompañar este proceso para ir ubicando algunas coordenadas que orienten nuestro andar.

Uso la palabra atravesar porque precisamente ilustra lo que es un proceso, ir poco a poco creando un camino; algunas veces, con un objetivo claro hacia dónde nos gustaría llegar, y otras, formulándolo mientras caminamos. En esto es clave también el acompañamiento psicológico porque permite distinguir y crear esas coordenadas.

El análisis es entonces una experiencia, escucharnos frente a otro, conocer y reconocer nuestras herramientas discursivas y de comportamiento, nuestros vericuetos; dónde y cuándo nos escondemos… Trabajar sobre la responsabilidad, sobre nuestro deseo y nuestras propias construcciones. Para esto se necesita “poner el cuerpo” aunque sea éste el virtual. Disponerse a hablar, escuchar, crear y transformar. 

Editorial Espacio 2 Puntos